Hace años me encantaba hacer fotografías. En realidad, todo sigue igual al respecto; me sigue encantando coger la cámara y hacer fotos, sobre todo retratar a las personas, aunque es cierto que las obligaciones cada vez me dejan menos tiempo para ello. Muchos son los recuerdos que guardo de aquella época, en la que fotografiaba, casi siempre, junto a uno de mis mejores amigos. Como aquella vez en la que nos enviaron una proposición para realizar una sesión de fotos en la ciudad de Bilbao y nos las vimos negras para contratar una buena empresa de transporte nacional para que nos llevase desde Madrid todo el material hasta la zona acordada para la sesión. El coche en el que íbamos a movernos era pequeño, y allí nos cabían pocas cosas para transportar, además de nuestros equipos fotográficos, que esos siempre viajaban a nuestra vera. Pero si teníamos que hablar de flashes profesionales, paneles de iluminación, fondos para la sesión y todo tipo de accesorios extra, el coche se quedaba pequeño en seguida.
Al principio nos costó decidirnos. Habíamos invertido mucho dinero en esos materiales, con idea de que en un futuro nos sirviesen como piezas iniciáticas en un hipotético estudio fotográfico (el tiempo dejaría claro que iba a ser imposible, pero por aquel entonces teníamos esa ilusión) y, ahora, nos costaba deshacernos de ello, aunque fuese unas horas, para que fuese transportado. Lo cierto es que no terminábamos de fiarnos del sistema de transporte, del que tantas historias habíamos escuchado en contra. Aquella era la primera vez que íbamos a tener que separar nuestro material y dejarlo en manos ajenas (hasta entonces los desplazamientos siempre habían sido más cortos y habíamos podido tomar prestada alguna furgoneta o camioneta de familiares o amigos). Sin embargo, pasado el tiempo, la historia se ve como algo realmente absurdo. ¿Quién iba a querer llevarse todo el material cuando está sujeto al contrato con una empresa y corre riesgos por mucho más valor que el que transporta? Pero, claro, el sentimiento de pertenencia es tan inescrutable como la propia fotografía.
Por suerte, una compañera que solía dedicarse a transportar las piezas de su banda de música de un lado a otro nos recomendó una empresa, All Scand Cargo International Transports, que se dedica profesionalmente al transporte de mercancías de todo tipo en territorio nacional e internacional. Ella había solicitado sus servicios en más de una ocasión y la satisfacción había sido plena, sin ningún problema en ninguno de los servicios, nos dijo. Decididos, en parte gracias a la información de primera mano, nos lanzamos a contratar estos servicios. Y lo cierto es que no pudimos elegir mejor: nuestro material llegó a Bilbao sano y salvo y nosotros efectuamos la sesión tal y como habíamos acordado (amén de un par de ratos de lluvia intermitente que nos hizo paralizar un poco las sesiones en zonas exteriores).
Los fotógrafos que se tienen que desplazar tienen que sortear a menudo estos problemas. En ocasiones, conocer a alguien en la ciudad a la que vas que se dedique al sector puede salvarte de ello, ya que podría dejarte el material (reflectores, flashes de mano, trípodes, etc.; el equipo siempre lo lleva el fotógrafo) para solventar el compromiso. Pero si no conoces a nadie en la zona, es importante que cuentes con un servicio de transportes nacional o internacional (depende de dónde te dirijas) que garantice el trato correcto y el cumplimiento de los plazos de entrega a la hora de transportar de una ciudad a otra tu equipamiento profesional.
Y es que en esta web nos encantan las sesiones de fotografía y belleza, pero para su correcto funcionamiento y para que puedan ser llevadas a cabo siempre en las mejores condiciones, hay todo un sistema establecido por detrás, en bambalinas, que garantiza la seguridad, el transporte correcto, el cumplimiento de los horarios de recepción y entrega para con el cliente y todo tipo de pequeñas cláusulas que ayuden al fotógrafo a llevar a cabo su labor de una forma satisfactoria. Al fin y al cabo, la belleza de una sesión depende de múltiples factores: el fotografiado y el fotógrafo en el centro, pero también el equipo y el material.