Cada vez empezamos a maquillarnos antes, a querer ponernos guapas desde que somos adolescente, a querer parecernos a las chicas mayores que van guapas y arregladas, o a las famosas que vemos en la tele. No nos culpo de ello, el tema del maquillaje y el querer estar guapa están a la orden del día. Podemos encontrar una gran amplia selección de productos de cosmética en el mercado, para todos los gustos, tipos de piel, formas de la cara, que conjunten con nuestro color de ojos, de pelo. Y si no siempre podemos ponernos estás extensiones de pelo en Madrid porque me han dicho que son buenísimas y ni se nota que no es tu propio pelo.
Tenemos productos para disimular las ojeras, los granitos, las manchas de la piel, arrugas… es que tenemos ya absolutamente de todo. Entonces ¿cómo no vamos a querer utilizarlo cuando con ello nos vamos a, seguramente, sentir mejor, sentirnos más guapas?.
El problema es cuando, por querer sentirnos mejor, o querer parecernos a alguien que admiramos en cierto aspecto, la belleza pasa a tener la función de hacernos sentirnos más guapas, a obsesión y falsedad. Y os preguntaréis por qué digo esto. Bueno, parémonos a mirar los modelos que salen en las revistas, en la televisión, la cantidad de maquillaje y complementos artificiales que tienen en su cuerpo, o incluso las revistas, el photoshop, hacen de ellos personas completamente distintas, que si luego les ves por la calle, o recién despiertos(no creo que tengamos muchas oportunidades de verles así, a no ser que se hagan ellos mismos fotos…), casi ni se les reconoce. Porque es la imagen que quieren darnos, la imagen de la belleza perfecta, de los rasgos perfectos que muchos desearíamos tener para ser guapos y guapas, para ser perfectos.
Pero es que la realidad es otra, la realidad es que nos maquillamos tanto, y nos ponemos tantas cosas encima, que, en realidad, no somos nosotros mismos. No puedes ser tú mismo cuando tienes unas uñas postizas largas y decoradas perfectamente a la vez, unas pestañas postizas que hacen que tus ojos parezcan enormes, un maquillaje que hace que tape esas “imperfecciones” de la cara que todos, tarde o temprano, acabamos teniendo… Y esto solo son algunos de los ejemplos que hay de cosas que podemos utilizar para cambiar nuestro aspecto. Luego llegamos a casa, nos quitamos todo lo postizo, nos desmaquillamos, y vemos que la realidad es otra, esos que miramos al espejo antes de irnos a dormir, esos somos nosotros.
Estoy llevando este tema al extremo, está claro que no todos somos iguales, está quien le gusta simplemente pintarse la raya del ojo, o darse un poco de color en los mofletes…
Pero es que la obsesión por la belleza es algo que puede ser muy dañino para nuestra salud. Sin hablar ya de estar delgados como los modelos que antes he mencionado. Porque nos intentan dar, tanto en la tele como en las revistas, una idea de que la belleza tiene que ser eso, estar delgado, maquillados perfectamente tapando todo lo que no resulta en teoría, bonito en nuestro cuerpo.
Pues dejadme deciros, que debajo de todo ese maquillaje , todos esos postizos, y detrás de este photoshop, hay personas como vosotros y como yo. Que se que lo sabéis, pero a veces no resulta tan obvio. Personas que se levantan por la mañana con ojeras, personas que tienen con la edad van notando que empiezan a aparecer las arrugas, las patas de gallo… pero eso no sale en las fotos de las portadas de las revistas ni en las pasarelas de Madrid, París… ¡pues eso también es belleza!
Mi consejo es que tenemos que querernos tal y como somos, claro que podemos disimular alguna arruguita alguna manchita, pues claro. Es ley de vida, que normalmente hay algo en nuestro cuerpo con lo que no estamos a gusto, o desearíamos tener o tener, así somos. Pero por favor hago un llamamiento a la cordura, si nos sentimos mejor con nosotros mismos llevando 2 kilos de maquillaje adelante, pero no por querer parecernos a nadie, si no porque realmente es lo que queramos nosotros. Pero sin olvidarnos de quién somos, sin olvidar de lo que es nuestra identidad. No hay una definición exacta de la palabra belleza. Los michelines, arrugas…¡también son belleza!