La dieta hipocalórica y el ejercicio físico es la única solución realmente eficaz contra el sobrepeso y la obesidad.
Una buena dieta debe ser variada y equilibrada para poder cubrir todas las necesidades energéticas necesarias para el día a día. Además de contener todos los grupos de alimentos, una buena dieta tiene que ser moderada en azúcares refinados (edulcorantes, bebidas azucaradas, bollería…), grasas saturadas (mantequilla, carnes grasas, embutidos, quesos grasos, leche entera y derivados) y sal.
Para mucha gente la palabra “dieta” tiene mala fama, debido a las difundidas “dietas milagrosas”, peligrosas para nuestro organismo, que prometen grandes resultados en tiempo récord (como afirman especialistas de la clínica Arte Estética en Albacete).
Una dieta hipocalórica debe ser aconsejada por un médico especialista, y debe contener todos los nutrientes necesarios para cubrir las necesidades diarias de una persona, aunque adecuada a las características particulares de cada individuo.
Un prejuicio que debemos quitarnos de la cabeza es que una dieta no significa pasar hambre, al contrario. Una dieta hipocalórica debe ser saciante, es decir, que nos haga consumir alimentos que contengan menos calorías. La elección de los alimentos a tomar, la forma de cocción, las cantidades y los momentos del día para consumirlos son clave del éxito de una dieta, siempre acompañada de un ejercicio físico adecuado.
Consejos comunes a toda dieta hipocalórica:
1) Los alimentos básicos son los lácteos desnatados o descremados, los huevos, las carnes magras, los pescados, las frutas y las hortalizas. Los arroces, la pasta, el pan y las patatas deben ingerirse en cantidad reducida y las legumbres una vez por semana.
2) Deben evitarse las frituras, rehogados, salteados y los aceites, mantequillas y grasas. Son preferibles los hervidos, a la plancha, grill o parrilla, aprovechando el propio jugo del alimento.
3) Reducir o evitar el consumo de sal previene la retención de líquidos que nos hace hincharnos.
4) Beber 2 litros de agua al día ayuda a la eliminación de toxinas.
5) Realizar 5 comidas diarias sin saltarnos ninguna, y muy especialmente el desayuno, la ingesta que pone en marcha nuestro cuerpo cada día y nos aporta las calorías necesarias para afrontar la jornada. En esta comida no deben faltar los carbohidratos (galletas, pan, tostadas o cereales).
6) La cena debe ser la comida más ligera, o al menos más que la comida, ya que por la noche desciende nuestro metabolismo (ya no necesitamos gran consumo de energía para irnos a la cama) y todo lo que consumamos de más se almacenará en nuestro cuerpo en forma de grasa.
7) Las frutas deben consumirse en las meriendas acompañadas de algún lácteo.
8) La comida y la cena deben estar formados por vegetales y proteínas. Pueden concluirse con una fruta o gelatina.
9) El arroz, la pasta, la patata y el pan deben consumirse semanalmente en la comida, nunca en la cena, al igual que las legumbres.
10) El pescado blanco reduce la grasa corporal total, por lo que cuanto más lo consumamos, más perderemos.
11) Los aceites deben tomarse solo en crudo como aderezo.
12) Evitar cualquier alimento rico en grasas y azúcares (salsas, frituras, bollería y snacks), así como las bebidas alcohólicas.