No hay mejor complemento para demostrar la propia belleza que elaborar manualmente ese adorno que refleja al detalle nuestra personalidad particular y la ensalza. Sencilla, elegante y atractiva, la bisutería artesanal hecha con abalorios es, por un lado, un complemento fantástico para redondear nuestro estilo aportando un toque personal e intransferible. Y, por otro lado, es un gran entretenimiento que, gracias a la posibilidad de comprar abalorios online de cualquier tipo, se encuentra al alcance de la mano, de la imaginación y, por supuesto, del bolsillo de todos los aficionados a este tipo de manualidad.
La fabricación de collares, pulseras y brazaletes con pequeñas cuentas minerales, óseas y vegetales forma parte misma de la coqueta naturaleza humana. De hecho, las perlas, tanto naturales como cultivadas o de imitación, son uno de los elementos que componen el amplio catálogo de los abalorios. Las perlas naturales, de extraordinario valor y muy apreciadas en la alta joyería a lo largo de la historia, se forman cuando un cuerpo extraño se introduce en el interior de la concha de un molusco, generalmente bivalvo. Las ostras son el ejemplo más conocido. Entonces, el animal reacciona cubriendo esta pequeña anomalía con una mezcla de carbonato cálcico y proteínas, el nácar. El brillo, la suavidad y el colorido de la perla, así como su escasa frecuencia en estado salvaje, son las razones que la han convertido en un tan material apreciado. A pesar de tradicionalmente siempre se las imagina con una forma redondeada y de color blanco brillante, las perlas pueden presentar un perfil variable, desde redondas a barrocas, y una gama de colores bastante amplia –blancas, crema, rosadas, grisáceas, negras,… Dentro del mercado de los abalorios, las imitaciones suelen estar fabricadas en cristal o plástico. Si bien las primeras poseen un aspecto más similar al de la perla natural, su precio es más elevado. Las de plástico son menos finas al tacto, pero a la vista ofrecen un resultado bastante aprovechable.
No obstante, la forma más popular para la confección de bisutería con abalorios es la denominada como rocalla. Bajo esta etiqueta se engloban una multitud de pequeños abalorios fáciles de usar y baratos de adquirir, con formas como los abalorios redondos o ‘donuts’, las flautas o canutillos, los abalorios triangulares y cúbicos, las gotas, los abalorios magatama –estilo tradicional japonés con forma de haba-,… Aunque los hay fabricados en cerámica y cristal, lo más frecuente es emplear abalorios de plástico, más accesibles y económicos y, del mismo modo, dotados con una variedad igual de numerosa de colores e idénticos efectos estéticos: brillantes, satinados, nacarados, opacos, traslúcidos, transparentes, etcétera. Aquí, la industria japonesa lidera el mercado gracias a marcas tan conocidas como Miyuki y Delicas, cuya calidad viene definida por la uniformidad y la belleza que caracteriza a cada una de sus piezas, así como por el cómodo manejo que facilita las amplias aberturas de las cuentas, diseñados en calibres de diámetro variable. Esta ventaja permite que el usuario pueda asegurar el trenzado de la pieza enhebrando varias veces el hilo por cada agujero.
Fabricados en materiales similares a la rocalla, los abalorios tupis tienen un gran éxito entre los aficionados a las manualidades, que los emplean como incrustaciones en collares, pendientes y anillos a causa de su brillo especial –los tupis de cristal son los más apreciados para ello- y a la forma facetada de la pieza. Los tupis poseen una forma bicónica semejante a un rombo tridimensional y empresas tan célebres como Swarovski elaboran algunos de los abalorios más codiciados y valiosos dentro de esta tipología.
Más modernos y elaborados son los abalorios de zamak. El zamak es una aleación de zinc con magnesio, aluminio y cobre. De hecho, el nombre zamak proviene de un acróstico alemán formado a partir de los distintos elementos que componen esta aleación. El zamak, de uso común en la confección de herrajes, destaca por ser un material hipoalergénico. Es decir, que su uso está indicado para aquellos propensos a sufrir alergias cutáneas por el contacto con metales y otras sustancias. Además, es resistente y limpio, por lo que su conservación es sencilla y duradera siempre que se le cuide convenientemente de la oxidación que, estimulada por la acidez del sudor o el Ph de la piel, tiende a generar una pátina negruzca que estropea las piezas. Sin embargo, la bisutería de zamak puede limpiarse fácilmente con un jabón poco agresivo o una solución de agua y vinagre blanco, aplicada con un cepillo de cerdas blandas.